El casco antiguo es la parte de la ciudad urbanizada desde su origen hasta el inicio de la industrialización a mediados del siglo XIX. Ocupa una pequeña superficie de la ciudad actual, pero tiene un gran valor, por el legado cultural que contiene. Por ello, muchos han sido declarados conjunto histórico-artístico, y otros, Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
El caso antiguo suele presentar algunas carácterísticas comunes.
-Casi todas las ciudades estaban rodeadas de murallas. Su finalidad era defensiva, fiscal y sanitaria.
-El plano solía ser irregular, con calles estrechas y tortuosas, como se observa en muchas ciudades antiguas y medievales, musulmanas o cristianas. No obstante, hay ejemplos de planos radiocentricos, lineales y en cuadricula (como Tarragona).
-La trama urbana está cerrada, aunque muchas viviendas tenían patios, corrales y huertos. En la edificación predominaban las casas unifamiliares de baja altura. Además, había edificios destacados, que varían según el periodo histórico: iglesias, mezquitas, palacios, etc.
-Los usos del suelo eran diversos: como las viviendas se entremezclan talleres, comercios, almacenes y edificios públicos. Este hecho no impedía una cierta especialización en barrios para los distintos gremios de artesanos y comerciantes.
-Socialmente, en la ciudad coexistían diversos grupos. No obstante, existía cierta jerarquización: el centro era el lugar más destacado, donde se localizaban los principales edificios públicos y vivir la elite de la ciudad, que concentraba el poder político y religioso; los trabajadores vivían en la periferia, y las minorías étnicas y religiosas, en barrios aparte (jurerias y morerías).
Estas carácterísticas comunes de los cascos antiguos varían en cada caso según las aportaciones realizadas por las diferentes sociedades preindustriales a lo largo de la historia.
La ciudad romana suele presentar plano regular, derivado del campamento militar: calles en damero y dos vías principales de norte a sur (cardo), y de este a oeste (decumanus). En el cruce de ambas se encontraba el foro, que albergaba los edificios principales. Ejemplos de ciudades que conservan en el casco antiguo la impronta romana son Zaragoza, León, Barcelona, etc.
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